Teba en el Siglo XVIII (Por José Berdugo Romero)

15/08/2010

*El presente texto, escrito por el secretario de Hisn Atiba; José Berdugo Romero, fue editado en el Libro de la Feria de agosto de 2009 y es una pequeña semblanza de cómo era nuestro pueblo en el Siglo XVIII.

La villa de Teba, cuya población llega a ochocientos vecinos útiles es cabeza de Vicaría; que comprende bajo su gobierno, las de Campillos y Ardales, con las pueblas de Almargen y Peñarrubia; cuyos vecinos gozan de los privilegios, aprovechamientos y utilidades civiles de la misma, formando cuerpo en su Republica y contribuyendo a sus cargas, sin ninguna diferencia: como corresponde a toda razón de equidad y justicia”. En estos términos se expresaban los autores de un manuscrito confeccionado en Teba en 1788, a petición del geógrafo real; Tomás López y que bien puede servir de introducción a esta breve reseña histórica. En efecto, la población de nuestro pueblo a fines de ese siglo rondaría los 3200-4000 habitantes (hay que tener en cuenta que en estos tiempos hablar de vecinos equivalía a decir cabezas de familia y éstas tenían como media entre cuatro y cinco miembros), lo que indica que la segunda mitad del siglo supuso para nuestro pueblo un considerable aumento de la población ya que a mediados de la centuria sólo se contabilizaban 500 vecinos (2000-2500 habitantes).


-Mapa de Teba del año 1788-

La tebeña, en el Siglo XVIII, era una sociedad típicamente rural en la que la inmensa mayoría de la población se dedicaba a tareas agrícolas en el laboreo de las aproximadamente 24.000 fanegas de tierra que aparecían como cultivadas en aquel tiempo. Entre los terrenos de labor sobresalían los cereales, aunque también eran importantes los cultivos de hortalizas y frutales que producían las aproximadamente sesenta huertas que se contabilizaban a finales del siglo a lo largo de los ríos Guadalteba (cuarenta) y La Venta (veinte). También era importante, aunque no tanto como hoy, la cosecha producida por las 320 fanegas de olivar contabilizadas.
La otra parte principal del mundo rural la representaría la ganadería. Al respecto tenemos conocimiento de la existencia de unas 16.000 cabezas de ganado lanar que en los inviernos bajarían hasta la Hoya de Málaga a pastar. De igual forma destacarían unas 1.000 cabezas de ganado vacuno, un número indeterminado de cerdos y unas 300 yeguas de crianza existentes en dos dehesas acondicionadas en el término municipal para tal fin.
Es digna de destacar la importancia que en aquel tiempo tuvo el aprovechamiento del esparto, al que se dedicaban, casi en exclusivo, las mujeres. Las manufacturas en forma de sogas, redes, etc. llegaron incluso a formar parte del abastecimiento al ejercito español que intentó tomar Gibraltar en tiempos de Carlos III.
La inmensa mayoría de la población tendría una actividad jornalera y de aprovechamiento de las tierras comunes. Al respecto, a mediados de siglo, los jornaleros llegan al número de 500, lo que da muestra de la importancia cuantitativa del sector más desfavorecido. Como es fácil de adivinar, muchos de estos y de sus familias estarían contabilizados entre los 500 habitantes designados por las autoridades municipales en 1738 como “pobres de solemnidad”. También ellos, con bastante probabilidad, serían los principales afectados por las recurrentes epidemias que a lo largo del siglo arrasaron nuestro pueblo y que sólo en 1750, en un ataque de “tabardillos” (una especie de tifus) dejó en Teba la macabra cifra de 550 muertes.


-Iglesia Parroquial de la Santa Cruz Real, construida a principios del Siglo XVIII-

Mejores condiciones, sin ninguna duda, debieron disfrutar otros sectores sociales como el de los labradores (propietarios de tierras y ganados) y, en especial, el clero sobre el que sabemos que, en número de treinta y a las órdenes de un vicario, atendían, a la altura de 1788, los dos principales centros religiosos del pueblo: la Iglesia, terminada de construir en 1712 y el Convento de San Francisco, en funcionamiento desde el Siglo XVI. y otros edificios religiosos menores entre los que destacan las cuatro ermitas de que se tiene noticia en este siglo (la del Santísimo Cristo del Humilladero, la del Rosario, la del Carmen y la de la Cabeza).
                       

José Berdugo Romero. Secretario de la Asociación Hisn Atiba

 

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