La Parroquia de la Santa Cruz Real como espacio funerario durante el siglo XVIII.

(Por Serafín Becerra Martín. Arqueólogo)

15/03/2014
 

*El presente texto da cuenta de las excavaciones recientemente llevadas a cabo en el subsuelo de la Iglesia de la Santa Cruz Real de Teba y aprovecha esta circunstancia para desarrollar algunos aspectos poco conocidos relacionados con nuestra Iglesia y con las costumbres funerarias del Siglo XVIII en nuestro pueblo. Desde aquí agradecemos al autor la cesión a nuestra web de tan interesante artículo.

De todos es bien sabido, que durante el mes de noviembre de 2013 se desarrollo en el interior de la iglesia parroquial de esta localidad una actividad arqueológica, titulada la misma “Actividad Arqueológica de Urgencia en la Iglesia de la Santa Cruz Real de Teba”. Dicha actividad fue autorizada el 27 de septiembre de 2013 con expediente 74/13 por la Junta de Andalucía. La necesidad de realizar dicha actuación en el interior de la iglesia vino motivada por la implantación de un sistema antihumedad bajo el pavimento de la misma, ya que durante los trabajos de rebaje mecánico se evidenció la existencia de restos arqueológicos.
La intervención arqueológica de urgencia realizada en la Iglesia de la Santa Cruz Real de Teba ha puesto de manifiesto la existencia de enterramientos de época moderna, cosa consabida tanto por la tradicional práctica funeraria de enterrar a los difuntos dentro de las iglesias desde la Edad Media, como por las fuentes históricas escritas. En este sentido tenemos que reseñar el importante papel jugado por la investigación archivística paralelo a la arqueológica, estableciéndose así un dialogo de fuentes con el fin de responder a las dudas presentes en unas y otras. La constatación de lo que ya conocíamos por las fuentes históricas, se ha visto completado con las respuestas que la documentación escrita nos ha reportado para comprender de una manera más completa el registro arqueológico.
Así pues, tenemos que decir que esta intervención se ha desarrollado desde una perspectiva interdisciplinar, donde se han puesto en funcionamiento todos los mecanismos existentes en la Ciencia Histórica con el fin de comprender aspectos ideológicos de la sociedad tebeña durante la Edad Moderna, ayudando de esta manera a un mejor conocimiento del proceso histórico en su totalidad.
La excavación arqueológica ha evidenciado la construcción programada, en paralelo a los trabajos de acabado del edificio a comienzos del siglo XVIII, de una necrópolis formada por hiladas de muros de unos 15 cm de espesor, que articulaba el espacio a modo de retícula. Aparecen muros que se distribuyen en el espacio en paralelo al muro de cimentación del edificio, y que recorren la nave de la Epístola longitudinalmente desde la capilla de la Ánimas hasta el baptisterio; concretamente a una distancia media de muro a muro de 60 cm. Este conjunto de muros longitudinales estaba cortado transversalmente por muros de las mismas características, los cuales generaban un espacio interior usado como sepultura. Debido al acusado desnivel del solar en el que se construyó el edificio, las estructuras que aparecen en su parte Este se asientan sobre un nivel de relleno antrópico, mientras que en la parte próxima a la nave del Evangelio aparece una capa de arcilla roja (terra rossa) propia de las zonas calcáreas, en la cual están excavadas fosas de enterramiento siguiendo el mismo esquema de retícula que la nave de la Epístola.
En un momento determinado, la práctica de enterrar en la iglesia se abandonó, procediéndose al desmantelamiento de las tumbas y rellenando su espacio con material revuelto.
Los materiales asociados a los diferentes rellenos están en estudio, avanzado los siguientes datos:
- El conjunto más numeroso dentro del material arqueológico es la cerámica. La cual se caracteriza por la presencia de cerámica con diferente funcionalidad (mesa, cocina, grandes contenedores, etc.), así como por formas y decoraciones de tradición bajomedieval y morisca (vidriados melados, y en tonos oscuros de verde y marrón) También encontramos la cerámica de loza blanca característica del siglo XVI y XVII, y la vajilla de mesa esmaltada en azul sobre fondo blanco.
- Aparecen también objetos metálicos, como apliques y clavos de hierro procedente de féretros; colgantes, medallas y botones del ajuar de los difuntos.
- Destacar la presencia de un fragmento de exvoto cerámico, concretamente del brazo de un crucificado articulado, el cual se encontraba en origen policromado en blanco.
- Por último, mencionar la presencia en el relleno de restos óseos animales, como son un maxilar de ovicáprido, una falange de bóvido, o una ostra.

A continuación, vamos a desarrollar el proceso histórico vivido por la iglesia de la Santa Cruz Real de Teba.
Desde época medieval, la población de Teba tenía como centro espiritual la iglesia existente en el interior de la fortaleza; si bien, tras el fin de la conquista del reino de Granada, la población abandona la protección de las murallas y se extiende por las vaguadas que configuran la localidad en la actualidad. Esta población satisface sus necesidades religiosas en la iglesia del convento de San Francisco, el cual desde comienzos del siglo XVI acoge entre sus muros una comunidad religiosa. A la vez sabemos de la existencia de varias ermitas en torno a la población, concretamente del Rosario, de la Virgen de la Cabeza, y del Carmen. Por tanto, tenemos que entre el siglo XVI y el XVII Teba cuenta con tres espacios funerarios concretos, la iglesia ubicada en el castillo, el convento de San Francisco, y la ermita del Rosario. El primero de ellos, al ser la parroquia titular de la localidad es el lugar donde se entierra el grueso de la población, una parte de la cual posee sepultura propia en la misma, y se estará enterrando en ella hasta los años ochenta del siglo XVII (aunque ya son escasos los que piden ser enterrados allí). El convento por su parte, desde un primer momento parece convertirse en el lugar elegido por las élites locales para su descanso eterno, contando con numerosas capillas y enterramientos familiares; se usará como espacio funerario hasta el siglo XIX aún estando desamortizado. El último de estos espacio, la ermita del Rosario, en un principio no es el lugar elegido por los tebeños para enterrarse, si bien, a mediados del siglo XVII con el abandono progresivo de la iglesia de la fortaleza, este emplazamiento cobra mayor auge dada su condición de ayuda de parroquia.
Ante esta situación, los vecinos de Teba junto con la condesa solicitan al arzobispado de Sevilla la construcción de una nueva iglesia, argumentando en 1679, que ante la elevada población y la mucha distancia que existía hasta la fortaleza, se construya una nueva parroquia. Para ello la condesa doña Mariana de Velasco cedió a la fábrica de la parroquia unas casas y cinco solares ubicados en la plazuela de Almodóvar al final de la calle Grande (1).
No será hasta 1700 cuando se comience la obra, realizándola, por orden de la Diócesis de Sevilla, el arquitecto de la catedral de Sevilla José Tirado; siguiendo la planta de la antigua iglesia de la fortaleza. La obra se terminó en 1715, documentándose en abril de ese año el primer testamento que solicita sepultarse en su interior. Decir que, mientras duró la construcción es la ermita del Rosario la que recibe el mayor número de sepelios. Según los datos obtenidos de la intervención arqueológica, creemos que es durante la ejecución de los trabajos cuando se proyecta la parcelación de sepulturas en el interior del edificio, estableciendo una retícula, que según nuestras proyecciones debió de alcanzar las 222 tumbas. Es también en este momento cuando se labraría el osario documentado en la nave del Evangelio, el cual tiene unas dimensiones de 16m² y uno de profunidad. En base a la intervención arqueológica sabemos que las sepulturas eran de unos 2 metros de largo por 60 centímetros de ancho, siendo todas propiedad de la fábrica parroquia.. La documentación de los archivos nos menciona que es la parroquia la titular de las tumbas, lo que explica que en los rellenos de las fosas apenas encontremos huesos largos y cráneos hasta la cota -50 cm desde la solería; ya que sería la propia parroquia la que tras un periodo de tiempo prolongado extrajese los restos óseos de los difuntos para trasladarlos al osario, dejando así libre el espacio funerario para la inhumación de un nuevo cadáver. La cota evidencia que no era necesario profundizar más allá del medio metro, ya que con esa profundidad bastaba para dar sepultura a un cadáver. Sabemos por las fuentes escritas que los tebeños y tebeñas del siglo XVIII eligieron como mortaja habitual el hábito franciscano, aunque también se entierran algunas personas, a final de la centuria, con la túnica de la hermandad de Padre Jesús o de la Orden Tercera de Servitas. En los testamentos dejaban estipulado no sólo la pompa funeraria que deseaban para su sepelio, sino que también el lugar del mismo, y hemos de decir que varios de los que se entierran en la iglesia parroquial solicitan enterrarse bajo el altar de la Virgen de los Dolores; siendo en el caso del Convento de San Francisco la capilla de Jesús o la que cada familia tenía en propiedad el espacio para el descanso eterno elegido. El común de la gente de la localidad eligió la parroquia como sepultura, ya que era más asequible económicamente que otros lugares de enterramiento de la población, como el mencionado convento de San Francisco.
El ritual de enterramiento observado no evidencia práctica de profilaxis, por lo que descartamos que los muertos producidos por la epidemia de peste de 1751 se sepultasen en el interior del edificio, cosa lógica si se tiene en cuenta que el espacio sagrado estaría en continuo uso. Desconocemos donde se sepultaron los más de 500 muertos que dejó la epidemia en la localidad, Vallejo Triano (2) plantea la posibilidad de que fuesen enterrados en la iglesia de la fortaleza.
El estudio antropológico, realizado por el arqueólogo Andrés Fernández, ha evidenciado una abundante presencia de individuos infantiles en el registro óseo, cosa que hemos constatado en la documentación, donde de las 500 personas fallecidas entre 1761-1769 el 30% son individuos infantiles. Este estudio antropológico se ha caracterizado por la escasez de individuos en completa conexión anatómica, concretamente sólo hemos tenido un caso. Se trata de un individuo infantil que falleció en torno a los 10 años.
La continua utilización de las sepulturas nos llevó a pensar en el procedimiento seguido por la parroquia, llegando tras analizar la documentación y los datos arqueológicos a la conclusión de que la implantación del pavimento de losas fue en época posterior a la utilización del espacio como cementerio. Esto fue corroborado por una referencia documental que nos mencionaba la existencia de una tarima de madera bajo la cual eran enterrados los difuntos (3).
Son las fuentes documentales las que nos dan el momento en el que la iglesia deja de usarse como cementerio, y es la de 1808, momento en el que mencionan la existencia de un cementerio parroquial externo, conocido como Cementerio Viejo (4). Este último estará en uso hasta 1850 cuando se construye el cementerio actual, en base a la legislación vigente desde mediados del siglo anterior sobre sanidad pública En definitiva, podemos decir, que la parroquia de la Santa Cruz Real es un ejemplo paradigmático de iglesia usada como espacio funerario durante el siglo XVIII. Esta intervención arqueológica ha sacado a la luz otro aspecto más de la rica e interesante historia de Teba, siendo un inmenso privilegio para un historiador profundizar en las raíces históricas de una localidad que desde los tiempos más remotos hasta nuestros días a marcado el devenir histórico del territorio del río Guadalteba.

(1). (A)rchivo (H)istórico (P)rovincial de (M)álaga, P- 6274

(2). VALLEJO TRIANO, A., “Actuación arqueológica en el castillo de Teba (Málaga)” I C.A.M.E. (Huesca, 1985), III. Zaragoza, 1986. pp. 281-305.

(3). AHPM, P-6300.

(4). AHPM, p-6339

ANEXO DE FIGURAS (pulsar para ampliar)